sábado, 2 de agosto de 2014

Doce más una


Pocas cosas puedo agregar a la presentación que ya escribí para el libro, titulada: Esto no es una isla. Una referencia obvia a la obra de Magritte en la que se refuerza la afirmación negándola, y al tiempo que la confirmo la dejo en la ambigüedad. Porque aunque el aislamiento, o no, sigue siendo una directriz importante en el análisis de la cultura peninsular, a veces parece que este análisis sólo lo hacemos girar en sí mismo y caer en espiral.

Hay tantas cosas que hacen a Sudcalifornia la excepción de la regla. Se le considera en tantas ocasiones, cuando se le considera, como otro México, porque su historia moderna realmente alcanza apenas unos doscientos años. Y los intentos constantes por definir o analizar su cultura van dando tumbos como los de cierto laberinto. 

Yo he sido un migrante entre el norte y el centro y más de una vez me he topado con esa confusión de identidad por ignorancia, en ambas direcciones, un menosprecio que ahora siento desvanecerse poco a poco. Sin embargo, hay una frase que siempre se quedó dando vueltas en mi cabeza, girando. Sabes que hay algo escondido en ella que te hará encontrarle sentido, o como en este caso, encontrarle la ironía.

Dicha frase es: La cultura termina donde empieza la carne asada. Y nosotros aquí, en este borderline de la carne asada.

Vamos a obviar la confusión entre cultura y el desarrollo de las artes, las ciencias o ciertas actividades intelectuales que forman parte de ella, ya que cultura es todo el quehacer humano y, a manera de parábola evangélica, donde se reúnan dos en su nombre, ahí estará.

Hoy ofrezco dos argumentos reflexivos contra esa afirmación. Para empezar, de este lado del país, en este rincón del continente, existen algunas de las más antiguas expresiones humanas que pudieran relacionarse con las artes, incluso anteriores a la conocida como civilización madre de Mesoamérica. Y aunque los miles de años de vacío entre ellos y nosotros ya no nos conectan de ninguna manera con esos creadores, sí favorecen a la región en términos de registros arqueológicos.

Ahora viene mi segundo argumento. Existe la certeza de que el empleo del fuego fue un paso decisivo en la evolución de nuestros ancestros, debido a las ventajas que le otorgaba el manipularlo, desde la protección hasta la alimentación. Es ahí donde encaja una hipótesis que nos ayuda a refutar aquella idea. Dicha hipótesis afirma que la cocción de los alimentos pudo ser un factor determinante en el crecimiento del cerebro, ese tratamiento térmico facilita la digestión de muchos de los nutrientes de los vegetales pero principalmente de las proteínas de origen animal que favorecieron el crecimiento del órgano pensante. Por lo tanto, nos lleva a deducir que: La cultura empieza donde empieza la carne asada.

Dejando de lado los regionalismos que pueden separarnos la experiencia nos dice que sí existe un fortalecimiento de lazos entre individuos de una comunidad, se van creando tradiciones, costumbres, formas de ver la vida. Y esta antología es precisamente un vistazo a las interpretaciones de la vida sudcaliforniana.







La percepción cotidiana del arte está distorsionada, contaminada por otros aspectos que también la afectan pero que no la definen. Como resultado de la actividad humana el arte se desarrolla dentro de tres grandes campos, como dice Juan Acha: producción, distribución y consumo. Cada una afecta a las otras dos y las tres co-existen. Hay una liga débil e incierta que conecta al consumidor final de los productos culturales con su concepción, y una tensión en ambas direcciones. Hay toda una serie de factores laberínticos y actores complejos que intervienen en ese proceso. ¿Qué es el arte en cada época de la historia? 
 
Los artistas definen de formas muy diferentes sus pasiones, algunas de esas definiciones de creadores cercanos se me han quedado también dando vueltas en la mente. Hay para quienes el artista es historiador y visionario, que reinterpreta su pasado y proyecta hacia el futuro; hay para quienes el artista es el responsable social de ejercer la libertad; otros sienten que transcurren por una transformación mística y personal. 

Un poco de todo eso encontramos en SUDCALIFORMA, un evangelio apócrifo que nos muestra una pincelada por aquí, un cincelazo por allá, un golpe de luz más acá. Son estos DOCE MÁS UNA: doce artistas plásticos que cuentan historias personales y comunitarias, más una fotógrafa con un trabajo joven de gran madurez, una hija pródiga de Sudcalifornia. El trabajo de Elizabeth se ensalza a sí mismo al colocar en tremendos escaparates a los autores.

Al final, solamente estamos echando un vistazo a la estela que deja cada meteoro. El innegable poderoso trabajo de Carlos Olachea, a la altura de García Ponce aun con su corta vida. El trabajo maduro y enriquecido por la multidisciplina de Aníbal Angulo. Las imágenes inquietantes y contenidas de Efrén Olalde. El perturbador paisaje de la obra de Raúl Virgen que esconde un mundo antiguo a la vez que futurista. Las raíces y el salvajismo colorista de Francisco Merino. La dulzura voyerista escondida tras las vistas de Nora White. El mundo cotidiano en la perspectiva de verdades de Peter Cole. La pureza de las formas introspectivas en las piezas de Salvador Rocha. El oficio y la destreza inigualable en las reflexiones atemporales de Marina Verdugo. El peso filosófico en los volúmenes de piedra de Lila Magallón. Los cuestionamientos cándidos e incómodos de Julieta Sánchez-Hidalgo. La fuerza de las ideas sobre las líneas en la obra de Daniel Amora.

Hace pocas semanas cayó en mis manos, por extraños caminos desde la ciudad de México, una segunda edición de la Historia de Baja California de Pablo L. Martínez, de 1956. En la presentación del autor encontré unas palabras duras que tocaron algunas campanas en mi mente:

Pobre fue la California prehispánica, modestísima su vida colonial y triste hasta la amargura la mayor parte de la época independiente; mas, en medio de este ambiente mediocre una cosa resalta: su profundo, su innegable afán de ser mexicana. Esto basta, creo yo, para ennoblecer su pasado y para iluminar su porvenir.

Presentación del libro SUDCALIFORMA

Galería de Arte Carlos Olachea
La Paz, Baja California Sur, a 29 de mayo de 2014

Centro Cultural de España en México
México, D.F., a 22 de julio de 2014