Cuando somos pequeños nos gusta construir cosas. Carreteras para los carritos, casas para las muñecas o las mascotas, un fuerte, una casa en el árbol, una alberca con almohadas, castillos y puentes. Se hace realidad el pensamiento a través de nuestras manos, solos o acompañados. Lo que no existe en el mundo material se ve con la imaginación y se convierte en verdadero: si puedes desearlo, existe. Bloques de madera, de plástico o metal, cajas, gises, lápices de colores, cuerdas, estambres o hilos.
Todos crecemos, pero afortunadamente no todos se convierten completamente en adultos, esos entes serios que no pierden el tiempo, se visten de gris y sus ojos son de ceniza. Hay unos cuantos, locos indispensables, que siempre tienen prisa por crear, por dibujar en el aire y cantar música irrepetible. Cuando los conoces te das cuenta que hay sinapsis entre ellos brincando como pequeños fuegos artificiales de colores. Claudia y Vicente son de esos, y hace tiempo decidieron que querían invitar a todos a construir un fuerte.
Antes de la materialización de la galería que hoy vemos totalmente armada y funcional hubo un viaje que comenzó con la construcción de un proyecto en el papel. A eso le siguió imaginar y traducir a los otros para que se conectaran, se sintieran parte; buscar colaboraciones, participaciones, patrocinios; en resumen, gente empática. Finalmente, llegaron los primeros recursos. En ese instante fue el enfrentamiento al lienzo en blanco: los contenedores y sus varias toneladas de metal transoceánico.
Hay dos ejes básicos en lo que hoy conocemos como ARTE DOCUMENTO. Primero, que es un espacio QUE SE MUEVE. Son muros que se pueden cambiar de lugar y hacer aparecer una galería en el vacío, que se te cruce en tu camino. En segundo lugar, que es un trabajo colaborativo, se construye con la cooperación, en equipo, y su invitación está siempre abierta.
Una característica muy particular de la Arquitectura es su capacidad de crear ambientes que se forman con el espacio negativo, es decir, cuando construyes una habitación el material está en los muros pero el ambiente está en el espacio de vacío entre ellos. De esa forma estos contenedores marítimos forman galerías dentro de ellos y un centro cultural en su conjunto. Es un proyecto hecho por un colectivo con la intención enfática de llevarlo a los otros. Estas galerías están vivas solamente cuando se habitan.
ARTE DOCUMENTO es un trabajo detallado que convirtió unas cajas burdas en invitaciones a ver y sentir. Desde soldar y lijar, restaurar cada uno de los mecanismos de las puertas, idear tragaluces e instalaciones eléctricas hasta el trabajo siempre dual (duro y delicado) de la museografía. Meses de aprendizaje y “hágalo usted mismo” cuyo resultado es difícil de creer para aquellos que vimos el inicio. Los que atendieron a la invitación para jugar a construir este fuerte están seguramente orgullosos. No son de aquellos que tienen ceniza en la mirada, yo puedo atestiguar que tienen arcoíris.
La galería QUE SE MUEVE del proyecto ARTE DOCUMENTO está formada por cinco contenedores marítimos de 40 pies. Actualmente se ubica en su primera sede: el estacionamiento de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Baja California.
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