domingo, 19 de julio de 2009

Paraisos contradictorios de Muhlia


GÉNESIS

Mi primer encuentro con Fabián fue hace ya muchos años cuando por primera vez, siendo un adolescente, lo llevó su padre a la Casa de la Cultura para inscribirlo en el taller del Profesor Armando Manríquez. Casualmente estaba ahí y presencié ese encuentro, escuché con mucho agrado como sus padres impulsaban su interés por el arte de forma seria, una ventaja con la que no muchos artistas han contado; un gran inicio ya que por el taller del Profesor Manríquez han pasado muchos de los artistas visuales de este Estado.

Pasó el tiempo y por otra casualidad, o causalidad, he fotografiado gran parte de la obra de Fabián para sus archivos. Y aunque éste ha sido un ejercicio más bien contemplativo, a la larga en mi cerebro funciona como una base de datos interesante para un análisis con bases firmes. Diez años después de esos primeros encuentros con un artista adolescente y emergente me encuentro ahora, nos encontramos, con una especie de síntesis de trabajo en una década, con un creador que ahora, a sus veintisiete años, ha superado la primera etapa de búsqueda puberta para situarse ahora en una encrucijada vital para su carrera.

DE CONTRADICCIONES PARADISÍACAS

El trabajo de Muhlia está lleno de color, de fuerza en el trazo, de tintas directas y pigmentos que brincan fuera del lienzo. Encontramos en sus cuadros reminiscencias obvias de las vanguardias, aquellos movimientos que representaron la ruptura primordial para el arte moderno: algunos manchones impresionistas como nenúfares tropicales, grandes plastas de color sintetistas, figuras delineadas de corte primitivo, referencias cubistas con cierto tono de ilustración de estilo, títulos rimbombantes escondidos en surrealismo; en fin, no queda duda de la influencia del libro de texto, de su interés temprano por aquellos pintores que han transformado el arte. Pero precisamente, aún no cruza el umbral entre el ejercicio de clase, la lección del maestro, para llegar a una tesis propia.

Es difícil encontrar en la obra de Fabián un sentido más allá de la mera forma, el color directo del tubo, la textura. Pareciera que ha tomado sus influencias aún sin digerirlas. El uso de los planos de color y los pigmentos directos de los expresionistas tuvieron un proceso de evolución y no es posible tomar de referencia el mero resultado, es decir, aprender de los artistas consagrados no significa retomar los estilos que los hicieron famosos, sino encontrar la raíz. Es necesario profundizar en los procesos, en los motivos y razones, aprender los códigos, descifrarlos, desmembrarlos y tomar lo que nos es útil; partir de un momento histórico propio.




La obra de Fabián está llena de juventud pero carece de profundidad. Esto no es precisamente un defecto sino una falta de madurez, es por eso que a los 27 años está en esa encrucijada en la que aún puede regresar al auto-análisis y reestructurar su proceso creativo. En primer lugar el artista debe tener algo que decir, una necesidad de expresión primigenia que lo impulse; aún no alcanzo a entender lo que Muhlia quiere decir, no se lee en sus pinturas. Y estoy seguro que debe haber algo porque conozco su pasión por pintar, porque esa es su ventana al mundo.
Hay muchas cosas a su favor y muchos indicadores de que puede ser un creador prolífico. Tiene oficio, su vida gira alrededor de su pintura pero tal vez se ha perdido un tanto en la forma y se desvanece el fondo, corre el peligro de volverse decorativo.

Su grabado nos indica otra dirección, parece que al despojarlo del color, de la pintura matérica, Fabián se concentra en la estructura de su código. Desafortunadamente sólo encontramos tres piezas pero esperamos ver muchas más en el futuro.


LA EXPULSIÓN DEL PARAISO



El arte actual es una síntesis de los últimos 140 años, básicamente de la historia de la rebeldía y la búsqueda: de las vanguardias al surrealismo a la ruptura moderna de medio siglo, al posmoderno, al conceptual, al contemporáneo… Un proceso de evolución que atraviesa por crisis que provocan el cambio, que son reseña y visión de un momento histórico, experimentos con los que el artista busca encontrar sentido a la vida. Entre estos ensayos están por ejemplo el arte objeto, ready made, body paint, performance e instalación. Algunos de estos se transforman y avanzan hasta encontrar un puesto sólido, convertirse en técnicas que embonan y favorecen la expresión de ciertos artistas en ciertos tiempos y espacios. Pero son tentaciones peligrosas que pueden tomarse muy a la ligera.


Muhlia nos presenta por primera vez, en un foro de esta importancia, instalaciones bien intencionadas en las que se aprecia una búsqueda de concepto pero no se logra. Él las presenta como instalaciones aunque son más bien piezas tridimensionales ya que no tienen una relación con el espacio. Es una buena noticia saber que está abierto a experimentar con otras técnicas, en otras dimensiones, girar en otro sentido; eso abrirá su visión y beneficiará sobre todo a su pintura.

Finalmente, la obra de Fabián Muhlia siempre será una exposición a los sentidos. Seguramente podemos esperar de él una evolución que para su segunda década creadora nos sorprenderá con la madurez que sólo se obtiene de la disciplina y el oficio.

La Paz, B.C.S. a 19 de julio de 2009

miércoles, 8 de julio de 2009

Amor y ErOStismos de Efrén Olalde


PRESENTACIÓN

Primer impacto: el título me confunde, amor y erostismos; a pesar de ser un lugar común Efrén lo convierte en un juego de palabras en el que incluye sus iniciales. Y aunque amor y erotismo se confunden en sí mismos yo pienso en una traducción: amor y juegos amorosos; con un sentido sexual que apenas se sugiere. Y ese es el resultado de la exhibición, un juego apenas sugerido entre amor y sexo, más romántico que instintivo, más superficial que profundo… más bien, contenido.

Muchos años de constancia y coherencia con su trabajo han resultado en un material de gran madurez: técnicas depuradas, congruencias temáticas, disciplina, compromiso. Sobresale su calidad y eso lo distingue como uno de los artistas maduros más importantes del estado. Ya no es necesario analizar su trayectoria porque es un hombre con oficio, un artista que dedica su vida a la creación. Él se auto-nombra como un “artesano del color” en un acto de falsa modestia y la intención de obviar su humildad ante el trabajo artístico. Así lo entiendo porque Efrén es un hombre honesto que no tiene pretensiones soberbias, sin embargo, en este punto de su carrera ya no puede escaparse de la responsabilidad de ser un “artista” y actuar en consecuencia, se encuentra en un momento intelectual y material de gran productividad.



DEL COQUETEO AL COITO



Es un romántico incorruptible, tal vez lo que se esperaría de alguien de generaciones anteriores, que encuentra la representación amorosa en la rosa roja, la vela encendida y la copa de vino. Y así hizo la introducción a su exposición, además, con un montaje de presentación sobre el muro principal: una cama con sábanas rojas y lencería dispersa que suponían el amanecer de una noche de pasión exacerbada. Quizá demasiado posado aunque no por eso menos sugerente.


La obra se presentaba por sí misma, digamos que tenía escrito el nombre del autor por todos lados, y no de manera literal sino que Efrén tiene ya un estilo muy definido, identificable. Y me aventuro con esta afirmación tan peligrosa que puede tener doble significado separados por una línea muy delgada: primero, el artista a través de los años va encontrando un estilo, una forma de interpretar la realidad, su imaginación, sus deseos, un resultado que denota madurez cuando este artista nos enfrenta a su interpretación y nos muestra el mundo como nadie más podría hacerlo; el segundo significado sería “predecible”, es decir, que en lugar de que el proceso creativo evolucionó con los años simplemente encontró una fórmula de cierto éxito para la producción de su obra, y eso la hace identificable como “su estilo”. En Efrén, como en todos, la línea que separa ambos es delgada y en ocasiones coquetea con lo predecible, pisa la línea, parece que tropieza pero se mantiene; son la congruencia y honestidad las que soportan el grueso de su trabajo.


Es más bien del otro lado de lo predecible donde Efrén nos queda a deber. Esta sensualidad semi-explícita, tema primordial en la obra del autor, nos presenta siempre la mirada del otro punto de vista, la del voyeur que la disfruta pero no participa, esas imágenes que se antojan pervertidas pero contenidas, un artista que no termina de comprometerse con el tema.



Las esculturas estilizadas, bien pensadas, bien concluidas técnicamente, relacionadas unas con otras formando una serie que las fortalece, me dejan la sensación de que el autor no está diciéndome todo, que hay un poco más que no quiso decir; ¿será pudor, será temor al rechazo del público, será un dejo de moralina con la que la formación judeo-cristiana nos embarra a todos desde que nacemos en este país?


Para el público general su obra es seguramente impresionante, temas prohibidos, materiales perfectamente trabajados (ferro-cemento) y una presentación impecable. Pero los que percibimos la capacidad de Efrén nos sentimos un poco en deuda, no decepcionados porque su obra siempre deja una sensación de satisfacción, pero aún espero el momento en que la obra erótica de Efrén Olalde traspase sus propias limitaciones, llegue verdaderamente a sus últimas consecuencias y de una vez por todas pase del coqueteo ingenuo al coito desgarrado. Creo que Efrén puede darnos, además de candidez, pasión.



Por supuesto, es una recomendación total a enfrentarse a la obra de Efrén Olalde, para encontrar lo que está y lo que no está, para analizarse y volverla a ver, dejar pasar el tiempo, degustarla, digerirla, relacionarla con el resto de su trabajo. Un gusto que no cualquier artista puede darnos.

La Paz, Baja California Sur a 8 de julio de 2009